El Caño de Guadiamar es el límite entre la provincia y es quizás desde aquí, los Hatos Ratón y Blanco por ejemplo, desde donde se debe iniciar este recorrido.
Es un principio un tanto duro pues atraviesa interminables zonas agrícolas del Sector II del Plan Almonte Marismas (Plan de puesta en regadío de la década de los sesenta del siglo XX de parte de las marismas del Guadalquivir) hasta que llega a zonas como es el Rincón del Pescador donde nos damos cuenta que empiezan a ocurrir muchas cosas. Indudablemente el año y la época de este viaje es muy importante para decidir si se realiza y cómo la visita. La abundancia o carencia total de agua y el cómo ha sido el año meteorológico condicionará por completo el atractivo y la razón de ser de nuestra expedición. Para ello es bueno consultar a cualquiera de las empresas de la zona como Pinea Natura, o Viturevent, Olontigit, Doñana Sierra o Turisla, Guadiamar Educa, Doñana Flamenca.
Nos vamos aproximando a uno de los viejos brazos del Guadiamar, el llamado Caño de Guadiamar, entrando en la llanura marismeña de inundación. Está en muy buen estado de conservación y, su mar de castañuela, nos suele dar una buena pincelada de lo que es un ecosistema marismeño bien conservado. Suele tener un montón de aves para observar.
Previamente, entre arrozales de los hatos o pastizales, patatales o campos de girasol, si venimos de la Vuelta La Arena, nos encontraremos con Veta Hornitos. Este fue un sitio clave, en su día, para las cacerías de gansos. Tan sólo a unos cientos de metros podremos observar los mares de castañuela y las zonas inundadas del Guadiamar, ya en el Parque Natural. Es lugar de muchísima querencia para aves muy interesantes: podemos ver los flamencos y las garcetas grandes, espátulas, calamones, no fallan los somormujos lavancos, zampullines chicos, y siempre, en su época, se ve algún águila culebrera en alguno de los postes eléctricos. Este es uno de los mejores sitios para observar la rara cerceta pardilla, entre los meses de mayo y julio. Es un lugar muy bueno para disfrutar de la observación de aves de mañana y, desde el coche, podremos obtener muy buenas fotos ya que dejaremos el sol a nuestra espalda. Por la tarde todo está a contraluz.
Llegados al final de muro, siempre es interesante recorrer algunos metros atravesando el pequeño puente sobre el caño hacia el poniente, hacia El Rocío. Al sur vemos al Parque Natural, las chozas de los ganaderos de Hinojos, El Caño de Resolimán. El permeabilizar este muro, una de las actuaciones de Programa Doñana 2005, y permitir el contacto de las aguas a ambos lados de él, ha sido de las mejores obras de restauración y recuperación de marismas que hemos conocido. Sea cual sea la época del año y su pluviometría, este puente es mágico y clave para entender cómo funcionó la hidrología de la zona en el pasado. Retomamos el camino hacia el centro de visitantes de José Antonio Valverde (a quien, desde aquí, queremos enviar un enorme abrazo esté donde esté) ó Cerrado Garrido y para ello atravesaremos la que ha sido, y esperamos que siga siendo, la colonia del renacimiento de los moritos. Los moritos o Ibis, Ave Fénix, de las marismas iniciaron aquí, a finales de los 90, su vuelta a Doñana, de la que habían faltado como especie nidificante durante cinco décadas. Las colonias de aves en Garrido comienzan a mediados de marzo y están activas hasta principios de julio.
En el Centro de Visitantes situado en el término municipal de Aznalcázar, tenemos la oportunidad de ver contenidos educativos e interpretativos en sus paneles y resto de equipamientos. Es muy interesante y podemos entender los diferentes ecosistemas que componen el Parque Nacional. Es el momento para un refrigerio y una buena compañía, ya que siempre hay una cierta tertulia ornitológica y además, el personal del Parque, siempre chavales y chavalas magníficos, nos informarán de qué otras cosas se están viendo por el recorrido que pretendamos hacer. Desde las cristaleras de este gran observatorio se pueden observar algunos rállidos, rascones, polluelas y patos interesantes como porrones, colorados o frisos. Los atardeceres son absolutamente increíbles.
Nos dirigimos hacia el Este. Atravesaremos zonas de almajos bien conservadas del Parque Nacional y zonas agrícolas al Norte (nuestra izquierda). En los almajales del parque siempre hay cosas interesantes que ver, las mejores son las cangrejeras y los moritos de la colonia por ahí bicheando, algún archibebe común… Un poco más adelante nos encontraremos con la mítica finca que frenó la desecación del Parque Nacional, del Coto Doñana, adquirida a finales de los 70 por Luc Hoffman para el WWF (World Wildlife Found) que haría que la desecación se quedará en este muro por el que andamos, conocido como el muro de la FAO. En esta finca está el Lucio del Lobo que suele ser de los primeros en coger agua y en el que se suelen ver todo tipo de aves y muchos limícolas: es territorio de cigüeñuelas, avocetas y algunas agujas colinegras. Hay que buscar a los archibebes claros y algunos combatientes y correlimos.
A partir de aquí todo lo que dejamos a la izquierda es Cochinato, las grullas lo encuentran muy acogedor en el invierno y también unas curiosas concentraciones de alcaravanes y búhos campestres. El viejo cortijo de Parladé, ahora convertido en una pequeña urbanización de chalets adosados en la vieja casa de José María Blanc, y a la derecha la recuperada Finca de Caracoles, también buena obra del Doñana 2005.
Hay algunas zonas excavadas para provocar en época su encharcamiento que nos brindan buenas vistas de los pájaros. Enfrente de las casas está el viejo cauce del caño Travieso que sigue conservando una fantástica vocación de humedal de categoría y en cuanto se encharca acoge unos bandos de aves acuáticas impresionantes. Justo al llegar al final del muro podemos echar un vistazo a la finca de Huerta Tejada en la que, además de grullas en invierno, podemos ver algún carroñero tratando de escudriñar algo, algún buitre leonado, un milano negro o un real.
Al sur dejaremos una de las joyas de la corona, el Lucio del Cangrejo. Ahora no se puede visitar, pero se está trabajando en ello. Consultar a las empresas de guías y visitas de Aznalcázar, pues la posibilidad de conocerlo es siempre un gran atractivo.
Hemos de dirigirnos hacia el Norte. Estamos en Entremuros, encima del muro de poniente. A nuestra derecha vamos dejando un sacatierra o canal que es capaz de dejarnos ver un avetoro. Siempre se ven cosas alucinantes en este canal. Los tarajes que se plantaron para el Corredor Verde tras el accidente minero son cobijo de muchísimos pajarillos en invierno y es un lugar magnífico para practicar ornitología de menudeo. Mosquiteros, ruiseñores bastardos, lavanderas, todos tipo de fringílidos y sus correspondientes tarabillas en invierno. El muro y sus alrededores en verano son un sitio ideal para aprender a distinguir los aláudidos, terreras marismeñas, comunes, cogujadas y se puede ver alguna montesina, alondras y calandrias. En cualquier época del año, al que le gusten las aves rapaces, debe de darse un paseo por este tramo; aguiluchos incluido el papialbo, milanos, cernícalos, águillas culebreras y calzadas, alguna moteada y, a veces, un inmaduro de imperial. Este muro desde el Parque Nacional hasta la Vuelta la Arena es una auténtica delicia.
La Vuelta la Arena es un lugar muy interesante ya que alberga una enorme Casa de Bombas. En ella desemboca un enorme canal que drena toda la zona del Sector II del que hablamos al principio y en el que iniciamos nuestro recorrido. Un buen guía nos explicará cómo se la ingeniaron para desecar toda esta zona de marisma y, lo que es más bonito, cómo y a dónde va el agua que se bombea de estos potentes motores.
Siguiendo el muro hacia norte podremos llegar, o bien hasta el Puente de los Vaqueros, con lo que podemos ir a Isla Mayor, o llegar hasta el Vado de Don Simón, con lo que podemos rematar el día con una buena vista a la Dehesa de Abajo. En cualquiera de los casos, no hemos de olvidar buscar por el Entremuros alguna pareja de elanios azules y calamones en los eneares de los sacatirerras.