Situadas estratégicamente a la entrada de las principales vías —como el camino de Pilas, el de La Puebla del Río o el del Vado del Quema— estas cruces servían antiguamente para bendecir el paso de los viajeros, marcar los límites del pueblo y rendir homenaje a las romerías, procesiones y peregrinaciones que históricamente han formado parte de la vida aznalcazareña.
Aunque hoy forman parte del paisaje cotidiano, siguen conservando su valor simbólico y emocional. Muchas de ellas son puntos de referencia para los vecinos y lugares donde, en determinadas celebraciones, se realizan paradas rituales o cantos.
Las cruces de los caminos son, por tanto, más que elementos ornamentales: son una muestra viva de la identidad y memoria colectiva de Aznalcázar, que el visitante curioso sabrá apreciar al adentrarse en el corazón del municipio.
Situadas estratégicamente a la entrada de las principales vías